jueves, 13 de mayo de 2010

Neptuno vuelve a ser europeo

48 años después y no sin sufrimiento, el Atlético de Madrid volvió a conquistar un título europeo. El conjunto colchonero aprovechó la inmejorable oportunidad que se le brindaba en la final ante el modesto Fulham y no defraudó a los más de 12000 hinchas rojiblancos que viajaron a Hamburgo.

Observando los dos onces iniciales, la calidad de Diego Forlán o el Kun Agüero parecía suficiente para resolver el encuentro, pero los de Hogdson saltaron conscientes del tipo de fútbol que debían desarrollar para anular a las estrellas colchoneras. El Fulham no quiso el balón y acumulaba hombres en defensa con una medular muy retrasada, Murphy y el gigante Etuhu ayudaban a los centrales formando un embudo en el que difuminar las opciones ofensivas del Atlético.

A pesar del esfuerzo londinense porque sobre el césped no se disfrutara de buen fútbol, el Atlético consiguió adelantarse a la media hora. Una serie de pases mal dirigidos llegó a las botas de Forlán que superó al veterano Schwarzer. Todo se ponía a favor para que el Atlético mostrase su mejor cara ante un Fulham obligado a buscar el empate. Sin embargo, este extraño atleti se arrugó y comenzaron los fantasmas. Una falta de coordinación, de hasta siete jugadores colchoneros que defendían la jugada, propició que el balón llegase a un solitario Simon Davies que sólo tuvo que fusilar a De Gea. El encuentro se volvia a igualar y el planteamiento de ambos equipos sufría un reinicio. Sin más sobresalto, se llegó al final de la primera parte.

La segunda parte, salvo alguna bala de fogueo y un paradón de De Gea a los pies de Davies, no tuvo ninguna ciencia. El Atlético no rondó la meta londinense y fio sus opciones a la prórroga como hizo en Anfield. Ni Salvio, recién entrado en el césped, del que se esperaba más, ni la pareja Forlán-Agüero acechaban a Schwarzer y el Fulham, sin jugar a nada, iba minando la moral atlética. Cuando los penaltis ondeaban el horizonte, se repitió el milagro de Forlán en una segunda parte de una prórroga. La fe de Agüero le permite llegar a un balón casi perdido y ponerlo en el área pequeña. Forlán remata de tacón, sin necesidad de mirar el arco, para alojarlo en la red ante la estirada impotente del meta londinense. El uruguayo volvía a marcar y coronaba al Atlético de Madrid campeón de la primera UEFA Europa League.

Y después...alegría desmedida en Neptuno donde media España fue rojiblanca y ya piensa en repetir el doblete del 96.

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